jueves, 5 de julio de 2007

El derecho al bienestar (y a la felicidad)

El inciso 1. del artículo 2 de la Constitución Política del Perú, señala que toda persona humana tiene derecho al BIENESTAR.

En la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, en el segundo párrafo podemos ubicar el siguiente texto: "Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales, que están dotados por un Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales se cuentan el derecho a la vida, a la libertad y al alcance de la felicidad"
Tanto el bienestar como la felicidad son estados emocionales que en términos de política y de práctica judicial no pueden ser otorgados por el Estado.
Los precursores de la independencia americana justificaban que la idependencia alcaría a dotar de felicidad a toda la población de las nuevas colonias en América. La razón de la historia es un elemento de la cual siempre se han enorgullecido.
En el Perú, el bienestar no se puede plantear en la via judicia, porque es "etéreo", no es ejecutable y menos aún no es posible materializar en un proceso de conocimiento.
Si en los casos de familia, los padres que estamos excluidos de nuestros hijos por la brutalidad del destino, a pesar de ser inocentes de toda responsabilidad, ¿podríamos solicitar la reposición de los días en los cuales fuimos infelices?
Tanto el derecho natural, como los diferentes tratados internacionales nos podrían respaldar en los fundamentos de la demanda, pero ¿sería admitida la demanda?.
En Argentina se han planteado procesos judiciales para acceder a la felicidad. En el Perú, en los próximos días estaré presentando esta demanda judicial de acceder a mi felicidad, solicitándo el retorno de mis hijas al único hogar que conocieron, esto es a mi lado.
Me tome el tiempo que me tome, lo que se necesite, pero no desistiré, porque no hay día que no deje de pensar en mis hijas.

¿Quién me repondrá los días perdidos?

¿Quién me repondrá los días perdidos?

Por terceras personas he visto las fotos de mis hijas, luego de no saber de ellas casi siete meses, verlas me provocó una emoción fúnebre.

Han crecido, su pelito lo tienen más largo, sus rostros ya dejaron de ser las de unas bebes, sus ropitas ya son de niñas. A mi Alesandra veo que todavía no le salen las cejas, mi Valeria sigue siendo cauta en sus emociones.

Las veo y observo que les falta sus dientes, se le han caído y no se sí los habrán conservado.

Me duele en el fondo no saber cómo están, de saber que puedo abrazarlas y darles un beso inmenso. De atenderlas en las noches sólo para darles las buenas noches. De jugar con ellas o de ver animal planet con ellas.

Me imagino que ya habrán desarrollado un lenguaje más extenso y tendrán un vocabulario más complejo. Ojala que no haya olvidado el término “papá” de sus labios ni de su frágil memoria.

Viendo esas fotos, me pregunto ¿Quién me devolverá esos momentos?, Esos días en los que no estuve con mis hijas, quien me podría devolver la sola idea de ayudar a mis hijas, de calmar sus llantos o de sólo mirarlas crecer.

He vuelto a ver a mis hijas, luego de que todo un año estuve sólo con ellas haciendo rol de papá y mamá, porque la suya se fue con su pareja adúltera. Luego de un secuestro, porque ese es el término, me plantea alimentos por el tiempo en que yo las tuve y la jueza, increíblemente, embarga mis haberes a pesar de seguir brindando alimentos.

La justicia se equivoca y mucho. Pero sus errores si en algún momento se corrigen, ¿me podrían devolver los días en que su inacción me privó del cariño de mis hijas?

Hasta estos momentos he dejado de perder medio año de mis hijas, espero que no se prolongue mas esta situación, pero soy conciente que igual el daño ya está hecho y que la justicia peruana va a seguir equivocándose en mi caso.

Si hubiera nacido con útero, tal vez jamás me hubieran separado de mis hijas; si tuviera útero tal vez sería una abogada reprimida que lucha por derechos de género, a sabiendas que sin importar género podría tener razón.

Lástima que haya nacido hombre, porque la sociedad y las juezas piensan que no soy idóneo para mis hijas.

Daría mi columna vertebral por que me regresen los días perdidos, pero es igual imposible. Me frustra la idea de saber que tal vez en estos momentos le digan papá a la pareja de su mamá.

¿quién me regresará la alegría de saber sobre mis hijas?